Guardián
Guardián
Guardián se acuerda que nació de
noche. Cuando abrió los ojos, pudo ver la luna llena a través de la ventana.
Dos lunas llenas después, él y sus
hermanos corrían a los pies de la dueña de casa. Sabían que si no se apuraban,
la panza iba a doler hasta el otro día.
Tiene dificultades para medir el paso
del tiempo. No sabe cuánto, pero cree que fue después de unas semanas que
conoció la que sería su casa por largo rato: la calle.
Un viaje en la parte de atrás del
auto, un barrio alejado, un salto al vacío. El resto es historia conocida.
Sus patitas crecieron de golpe, al
igual que sus orejas. Los pelos siempre fueron un desastre: enredados,
apuntando uno para cada lado, mostrando día a día la crueldad de las lluvias y
la tierra.
Primero se acomodó debajo de un
techo, en la puerta de una casa. Horas después, corría asustado por los gritos
de algún vecino.
Luego llegó la parada de un
colectivo. Lo que pensó que era un juego, se transformó en una carrera desesperada,
para escapar de los piedrazos de los chicos que iban a la escuela.
Se mira las patas y ve sus uñas
largas. Durante años las tuvo cortitas, gastadas de tanto caminar. Conoce de pe
a pa las fases de la luna: dormir de día al sol, y caminar de noche buscando
comida. La ley que tuvo que aprender a la fuerza.
A las personas las imaginaba como un
subibaja. A veces arriba, invitándolo a jugar, tendiéndole una mano, dándole
una caricia a las perdidas. Y otras, abajo, muy abajo, echándolo al grito de
“¡fuera!”, y retándolo por revisar la basura. ¡Qué festín se daba cuando no lo
descubrían!
Tuvo muchos grupos de amigos. Casi
todos se desarmaban muy rápido, cuando desaparecía algún miembro. Se muerde la
cola jugando y se acuerda de la pelea que tuvo en el parque. Esa noche terminó
lastimado. Estuvo un tiempo largo rengueando, esperando la ayuda que no llegó.
De tanto andar, de tanto caminar, de
estar tan solo, se acostumbró. Los días se hicieron semanas, las semanas meses,
y los meses años.
Empezaron a aparecer pelos blancos en
su hocico, manchas negras en sus ojos, y tapones en sus oídos. Las bocinas ya
no eran tan divertidas. Además, le dolía un poco la cadera como para correr a
los autos.
Se acostumbró a observar, y de tanto
mirar, miraba pasar la vida.
Una noche de cuarto menguante y
moscas pesadas, conoció a Lucas. Estaba tranquilo, quieto, para evitar llamar
la atención equivocada. De repente, sintió que algo le cayó en el lomo. Era un
cucurucho de helado, dispuesto para que disfrute de un postre después de tanto
tiempo. A unos pasos, la sonrisa de Lucas lo invitaba a que se animara.
Dudó, como aprendió a dudar, y se
quedó inmóvil. Al ver que se acercaba, le ladró: hacía rato que nadie lo tocaba
Todos pasaban y nadie lo veía. Él se camuflaba con la tierra, los árboles y las
bolsas de basura. Ya no quería sentir otro golpe más.
“Fue testarudo”, piensa Guardián, porque no se dio
por vencido hasta convencerlo. Esa noche, soñó que era chiquito, vivía en un
campo y corría con sus hermanos.
Pasaron los días y Guardián seguía
quieto, dispuesto a dejar ir las esperanzas que le daban las visitas de Lucas.
Una galletita, un turrón, un pedacito de pan… una caricia en las orejas.
Del destino dicen muchas cosas, pero
en este caso no fue el destino, fue la luna: en la primera luna llena de
primavera, Guardián llegó a casa. A su casa. Lucas abrió la puerta, y Guardián
lo dejó entrar.
Hoy está acostado en una frazada
vieja. Tiene agua cerquita, para que no se esfuerce tanto. Cuando hace frío,
Lucas lo tapa con su mantita. Si presta atención, puede oler otros perros que
fueron arropados como él.
Mira por la ventana, y piensa en los
años que estuvo dando vueltas. Sigue sin saber del paso del tiempo, así que usa
lo que le dice Lucas: en la vida de los perros, todos se tiene que multiplicar
por las lunas.
Se distrae un poco, y siente esa
caricia que de a poco se volvió familiar. “Guardián, me voy a dormir. Te quiero,
amigo”.
Piensa: “Puede ser que
muchos años de calle sean muchos más si los multiplico por las lunas. Pero este
momento con Lucas, viejo y cansado, vale mil veces más”.
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