2. Ogro
Ogro
Ogro abre los ojos a la mañana, pero es
como si los tuviera cerrados. Desde que nació, sólo pudo escuchar los ladridos
de su mamá, y también oler la comida que les preparaba la dueña de casa al
mediodía. Pero nunca pudo ver.
Ser un perro ciego no es tarea
sencilla. Hay que confiar mucho en las patitas para saber dónde hacer pis, y
calcular con certeza la distancia entre el sillón y la mesa para no chocarse
nada. Y a veces puede fallar.
Ogro recuerda el día que llegó a su
casa: lo recibieron cuatro voces distintas, dos con mucha experiencia, y otras
dos más novatas.
Cuando recorre la cocina, se acuerda
que ahí hizo caca por primera vez, pensando que estaba en el patio. Va a la
habitación de los grandes y puede oler el perfume que tiró contra la pared
cuando saltaba descontroladamente, jugando con los más pequeños. Ese día había
estado en penitencia.
El baño sigue siendo territorio
prohibido. Aunque es el lugar más fresquito en verano, Ogro respeta la regla de
no entrar. El lavadero siempre le llama la atención, porque tiene muchos
ruidos. Se abren y se cierran puertas, corre el agua, sube y baja la temperatura.
Es el ambiente más dinámico de todos, y por eso él puede pasar horas acostado
ahí, esperando el momento de volver a jugar.
Ogro piensa que el mundo es muy lindo,
porque puede olerlo, escucharlo, sentirlo, probarlo…
Tiene tres cosas que son sus favoritas:
los huesos que recibe cuando hay asado los domingos, el olor de la torta que
compra su familia en la panadería de la esquina, y el sonido de la voz de Pili.
Ella es quien le puso su nombre y le enseñó que tenía que venir cuando lo
llamaban.
Antes de conocer a Pili, a Ogro le daba
miedo la oscuridad. Su mundo era todo oscuridad. Ahora que escucha su voz, todo
tiene luz y color.
Ella le cuenta que las praderas son muy
amarillas, como el sol, y que el mar es azul profundo como los ojos de papá. Cuando
lo acaricia, le dice que es suave como el algodón, y cuando le da de comer, le
pide que vaya despacio al plato para no tropezarse con nada.
Ogro ve el mundo a través de los ojos
de Pili, y ese mundo es divertido, alegre, y está lleno de golosinas, juegos y
cuentos.
Acaba de escucharla. Lo llama a la
puerta para despedirse de él antes de ir a la escuela. Le cuesta llegar hasta
donde está ella, hay obstáculos y no los ve. Desde lejos, escucha: “Ogro, vení despacio, con cuidado, pero con confianza, que yo acá te
estoy esperando”. Escuchar a Pili es como ver todo el
universo. Mientras él camina, ella le canta esa canción que aprendió de
chiquita, y que sirve para que él sepa dónde tiene que ir.
Pili se despide dándole un beso en cada
oreja, y le promete que va a volver al mediodía para jugar con él en la
escalera.
Cuando sale a la vereda, y sin que Ogro
escuche nada, la mamá de Pili le avisa: “Pilar,
otra vez te estás olvidando el bastón. Por las dudas, ¡llevateló!”.
Pili también vive con ojos que ven oscuridad.
Pero sus palabras lo iluminan todo.
Me encanto!!!!!!..Gracias!!!.(sigo leyendo....)
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